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Letras

Hace quinientos años
una noche de cielo claro,
la mar en calma,
se durmió el grumete.
Las aguas, en su vaivén,
clavaron la barca al arrecife,
se deshizo el tablado
de tanto golpe de marejada,
y capitán y tripulantes
náufragos estaban en el Caribe.

El vigía dio la alarma
y el cacique urgió
gentes y canoas
a vencer las olas.
Entre gritos y pujos,
entre crujidos y órdenes
se salvaron hombres, cosas,
espadas, mosquetes y pólvora,
se abrazaron aborígenes y náufragos.
Los pájaros anunciaban la madrugada.

Érase un mundo ancho
de colorado, verde, azul, plata,
las nubes generosas,
la tierra preñada de oro.
Oro, oro, oro, repetía el capitán
ante tanto obsequio taíno,
se internó por los montes
cruzando ríos y praderas
y, buscando el origen del paraíso,
lo declaró todo descubierto.

Una mañana alborotada
cacique, hombres, mujeres, niños,
fueron embarcados
rumbo al otro lado del mundo.
Iban llorosos, iban encadenados,
mientras el capitán los despedía.
La tierra preñada de oro,
las islas un paraíso,
el capitán no sabía dónde estaba,
el capitán nunca supo lo que hizo.
La tierra preñada de oro,
las islas un paraíso...